lunes, 21 de febrero de 2011

IMPACTO DE LA URBANIZACION

La rápida urbanización puede crear un estrés enorme en el medio ambiente natural. Estas presiones van más allá de la tierra que ocupan las áreas urbanas, y en realidad afectan a la tierra que abastece los recursos para el sustento de la vida urbana. Las áreas urbanas se apoderan de la produción ecológica y de las funciones de sustento de vida no sólo de las áreas cercanas sino también de las regiones distantes . Por ejemplo, las áreas urbanas constituyen únicamente el 2% de la superficie de la tierra pero consumen aproximadamente el 75% de la industria maderera. De manera similar, el 60% del agua extraída para el uso humano va a las áreas urbanas (casi la mitad para irrigar los cultivos alimentarios para los residentes urbanos, aproximadamente un tercio para el uso de la industria y el resto para uso potable y saneamiento) . El impacto ambiental de las áreas urbanas es a menudo invisible para los residentes urbanos mismos porque los ecosistemas que los sustentan pueden estar muy lejos.
A medida que se extienden las áreas urbanas, se extiende el impacto ambiental. A medida que ha aumentado de manera espectacular la población de las ciudades en los países en desarrollo, también han aumentado los niveles per cápita de consumo de recursos, la contaminación del agua y del aire y la degradación y contaminación del suelo. El alcance del impacto del ambiente urbano aumenta no sólo cuando crece la población sino también a medida que incrementa la demanda de recursos per cápita, tanto de las industrias como de los consumidores.
Otra razón por la cual los medio ambientes están bajo la presión del crecimiento urbano es que el número de hogares ha crecido mucho más rápido que la población misma, debido a la tendencia de tener familias más pequeñas y, por lo tanto, la disminución del promedio de personas por hogar. El análisis de datos de 141 países de un estudio reciente, calculó que el crecimiento anual del número de hogares (3,1%) fue mucho más rápido que el crecimiento de población mismo (1,8%) entre el año 1985 y  
el 2000. Naturalmente, más hogares requieren más unidades de vivienda, lo cual a su vez aumenta la cantidad de tierra y materiales necesarios para la construcción de viviendas.
Urban expansion, environmental consequences. Las consecuencias ambientales de la extensión urbana. El conjunto de factores económicos, políticos y sociales que determinan cómo se desarrollan las ciudades y responden al crecimiento tiene efectos poderosos en el medio ambiente. En particular, cuando el desarrollo urbano no está planeado ni regulado y las áreas urbanas se extienden en forma desordenada, por lo general, las condiciones de vivienda empeoran. Como resultado, el medio ambiente alrededor sufre, por ejemplo, a través de la eliminación insalubre de los desperdicios y por la contaminación del aire y del agua (44, 132).
A menudo, el desarrollo industrial se lleva a cabo sin tomar en cuenta el medio ambiente ni las condiciones de vida de los residentes urbanos. Muchos de los países en desarrollo optan por no exigir los pocos controles regulatorios que existen con el fin de fomentar el crecimiento de la industria. La ausencia de controles regulatorios ha contribuido con frecuencia a accidentes industriales trágicos, entre ellos el accidente en 1984 en Bhopal, India cuando una planta de Union Carbide emitió 30 toneladas de isocianato de metilo, un químico altamente tóxico que se utiliza para la producción de pesticidas. La nube de gas tóxico resultante causó 3.330 muertes y 150.000 heridos.
A pesar de que el crecimiento económico proporciona trabajos y mejora el nivel de vida para algunos, a menudo, deja a otros en peores condiciones y contribuye a los problemas del medio ambiente urbano. Por ejemplo, a medida que aumenta el crecimiento económico, también aumenta la cantidad de desperdicios producidos por persona (9, 31, 36). Muchos países en desarrollo eliminan la mayoría de los desperdicios en lugares abiertos, incluyendo, pantanos, que no pueden contener el fitrado a las aguas locales, o los incineran sin los controles adecuados de contaminación del aire.
La carga de los problemas ambientales urbanos invariablemente repercute de manera desproporcionada en los pobres. Por ejemplo, cuando los gobiernos municipales no recolectan el desperdicio sólido, las personas pobres generalmente no tienen otra opción que deshacerse de la basura en áreas no controladas para dejar que se pudra en ese mismo lugar. Además, cuando los gobiernos no ayudan a los pobres a obtener acceso a la tierra adecuada para la vivienda, muchas familias se establecen en áreas frágiles como los pantanos o en lo alto de un cerro. Dichas familias enfrentan riesgos mayores de los peligros ambientales naturales y creados por el hombre.
Estas condiciones sociales (por ejemplo, patrones de asentamientos precarios) junto con las condiciones ambientales (como viviendas provisorias que no resisten deslizamientos de tierras o par la tormentas debido a drenaje insuficiente) pueden ser combinaciones catastróficas. Por ejemplo, en Payatas, Manila, en julio de 2000, fuertes lluvias causaron que un vertedero de basura se desplomara, lo cual mató a 218 personas que vivían en asentamientos ilegales en la parte baja.
A medida que las áreas urbanas crecen y se desarrollan, dependen de recursos naturales de lugares muy lejanos para cubrir las demandas de producción y consumo. En el proceso, sus “huellas ecológicas” pesan mucho más en el medio ambiente natural. La huella ecológica representa el área
de tierra necesaria para sustentar el consumo y la eliminación de desperdicios de una población específica. El concepto ofrece una medida del impacto que tiene una población en la naturaleza.
Para poder sostener el ecosistema de la tierra indefinidamente, la huella ecológica de la humanidad debería ser únicamente 1,7 hectáreas de tierra per cápita. Sin embargo, con los niveles actuales de consumo, nuestra huella ecológica tiene un promedio de 2,3 hectáreas de tierra per cápita. Este nivel obviamente no puede mantenerse a largo plazo porque es un tercio mayor que la capacidad natural de la tierra.
Los residentes urbanos en el mundo industrializado consumen mucho más per cápita que lo que consumen los residentes urbanos en los países en desarrollo. Por consiguiente, la mayoría de las ciudades de los países desarrollados tienen huellas ecológicas más fuertes. Se ha estimado que la huella ecológica de Londres es 120 veces el área de la superficie de la ciudad, o sea unos 20 millones de hectáreas (49 millones de acres), casi igual al área de tierra productiva de Gran Bretaña en su totalidad .
A los niveles de consumo actual, una tipica ciudad de Norte América con una población de 650.000 requiere aproximadamente 30.000 kilómetros cuadrados de tierra. En comparación, una ciudad de tamaño similar en India requiere aproximadamente 2.800 kilómetros cuadrados. En promedio, los residentes de un barrio pobre en Nueva Delhi, India, requieren sólo 0,8 hectáreas (2 acres) de tierra per cápita para mantener su estilo de vida mínimo, mientras que los estadounidenses en Boston o Nueva York necesitan 8,4 hectáreas (21 acres) de tierra per cápita para sostener sus niveles de consumo . Así como los niveles de consumo per cápita son mucho mayores, el residente urbano promedio de un país industrializado genera de cuatro a seis veces más desperdicio que un residente urbano promedio de un país en desarrollo .
El cálculo de las huellas ecológicas de las ciudades no debe opacar el hecho de que ciertas empresas y grupos de ingresos altos contribuyen de manera desproporcionada a estas huellas. La huella ecológica de un hogar de bajos ingresos es mucho menor que la de un hogar más adinerado.
En los países industrializados en los últimos 25 años, los niveles de consumo per cápita han aumentado sistemáticamente un promedio de 2,3% al año. En algunos países en desarrollo, sin embargo, el aumento ha sido mucho mayor, a pesar de que comenzó de un nivel mucho más bajo. En Asia Oriental, por ejemplo, el consumo ha aumentado un promedio de 6,1% al año, lo que refleja un aumento del nivel de vida .A medida que la población ha crecido rápidamente en las áreas urbanas de los países en desarrollo y los niveles de consumo per cápita también han aumentado, el uso de los recursos se ha elevado a un ritmo vertiginoso. Mundialmente, el uso de combustible fósil se ha quintuplicado desde 1950. El consumo de agua dulce se ha duplicado desde 1960. El consumo de madera es 40% mayor que hace 25 años y el consumo de pescados y mariscos se ha cuadruplicado .Al aumentar el consumo de recursos se aumenta la producción de desperdicio. Por ejemplo, la cantidad promedio de desperdicio generado cada día en Rio de Janeiro en 1997 fue de 8.042 toneladas comparado con 6.200 toneladas en 1994. El creciente consumo per cápita explica el aumento. Durante el periodo de tres años, la población de la ciudad misma casi no creció .
FUENTE: http://info.k4health.org/pr/prs/sm16/m16chap4.shtml

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